QUE VIVAN PAPÁ Y MAMÁ.

Lleváis años juntos conviviendo y habéis formado una familia. Y, precisamente por este motivo (a parte del amor que os profesáis) os ha venido la idea de legalizar la relación mediante la celebración de un enlace matrimonial. Después de tantos años…¿quién os lo iba a decir? Sin embargo, la emoción que os embarga es inmensa porque,  además, vuestros propios hijos van a ser testigos de esta demorada pero especialísima boda.

Una de las decisiones clave es la de elegir fecha teniendo en cuenta los compromisos escolares de los hijos. Por este motivo, lo más recomendable suele ser optar por los meses de verano en los que los niños tienen vacaciones o, incluso, si se desea disfrutar de un ambiente particularmente mágico, en diciembre para aprovechar así las luces y guirnaldas decorativas que se se esparcen por la ciudad. Idea: recepción con cálida hoguera y escenario repleto de velas blancas y plateadas, con luces tenues que inviten a pensar en la nieve y en los cuentos de hadas. No pasará inadvertido…principalmente a los más pequeños.

Ellos también pueden ser los protagonistas a la hora de anunciar el matrimonio. Las tarjetas con el nombre y foto de los niños invitando a la boda de «papá y mamá» es uno de los clásicos que no deja de ser una opción encantadora y divertida. Una bonita forma de  implicarles en todos los preparativos del festejo. En el caso de que las criaturas pertenezcan a una relación precedente, hacerles partícipes es muy sencillo si se les invita a ser damas y pajes de honor. Lo agradecerán y se sentirán parte importante de la celebración.

En cuanto al estilo, algunos consideran que el vestido blanco de novia es inapropiado pero lo importante es que, independientemente del color, encaje con la personalidad de la futura esposa.  Si es blanco o rojo, azul o morado dependerá de los propios gustos. Nada está fuera de lugar en una ocasión tan especial como esta. Una posibilidad, bastante romántica por cierto, es la de utilizar el vestido de la madre (con los reajustes y personalización necesarios) pero las opciones son infinitas. Traje de pantalón, vestido corto, vintage… Basta con que esté en sintonía con el estilo elegido para la boda.

Ahora bien…¿Conviene organizar una boda orientada al público infantil o a la pareja? Un dilema cuya resolución es el equilibrio. Es decir, es  necesario hacer partícipes a los niños en todo el  proceso organizativo: pueden alzar el velo de la novia (si lo tiene), llevar las alianzas, distribuir entre los invitados el arroz o las flores (o lo que se haya elegido para la salida nupcial), iniciar el baile nupcial…Pero no hay que olvidar que, antes o después, se aburrirán y será difícil contenerles por lo que también es crucial prever algún que otro entretenimiento para ellos antes de que se conviertan en un suplicio e impidan a  los adultos disfrutar de la fiesta. Por eso mismo,  no está de más contratar a un animador profesional, payaso, mago u organizar actividades como karaokes, hinchables o similares para ocupar a los infantes ..Igualmente recomendable es habilitar un espacio con cojines grandes de colores, por ejemplo, para que los más pequeños puedan descansar si lo necesitan…

Teniendo en cuenta todo lo anterior, también hay que pensar en que la recepción y el banquete de bodas deben realizarse en un lugar adecuado para que las criaturas puedan corretear con libertad y jugar sin peligro. Conviene, por tanto, descartar la idea de ambientes cerrados y barajar más opciones como picnics al aire libre, restaurantes con jardín y parque…etc. Todo sea porque los chiquillos estén a gusto y permitan a los padres estarlo también.  

Música, flores, medio de transporte, tarta, regalos…Quedan muchas cosas por concretar pero no significa que no se pueda ahorrar por ninguna parte. Valerse de los talentos de los amigos puede ser la salvación. Si la pareja tiene algún amigo DJ, por ejemplo, puede cederle la gestión de la animación musical; el reportaje matrimonial al tío que es un apasionado de la fotografía; el coche al primo que se acaba de comprar un mercedes; los regalos, hechos en casa, a los hijos o bien a organizaciones solidarias que resultan siempre menos costosas…etc. Es decir, no hay que invertir una fortuna para dar el paso y formalizar la relación con una buena fiesta.

¿Y la lista de bodas? En principio el regalo es que los invitados acudan a la celebración pero, teniendo en cuenta que la llegada de los hijos suele implicar una serie de restricciones económicas, no está de más que, si lo desean, aporten lo que estimen oportuno para ayudar con la restructuración del apartamento, los gastos de la hipoteca…etc o simplemente traigan algún detalle para los niños.  Otra opción es que cada uno contribuya abonando el coste de su plato  y así se pueda reducir el desembolso total  de la pareja.

 

El viaje de novios es otro tema que suscita muchas dudas. Hacerlo en familia puede resultar de lo más gratificante al poder pasar tiempo juntos pero también resta intimidad a los recién casados. Una idea intermedia es que los padres realicen una escapada romántica en solitario y otra, a un parque temático o similar,  con los hijos. De esta manera nadie se queda fuera del remate aventurero de toda boda.

En definitiva, casarse con hijos es otra forma de casarse pero igualmente emocionante. Implica valorar aspectos que no se tendrían en cuenta en otras circunstancias pero que dan un toque de lo más divertido e inusual a la celebración. Y lo más hermoso de todo es que, después de tantos años juntos,  no ha desaparecido el deseo de dar el «sí, quiero».  ¿No es de lo más romántico?

Fuentes: nostrofiglio.it/bridalnews/matrimonio.it
Imagen: Pixabay