JOYAS PARA LA JOYA.

Si la verdadera joya de toda boda es la novia, que resplandece con su vestido de ensueño, el protagonista de todo conjunto nupcial es sin duda el vestido. Y para que luzca en su máximo esplendor es necesario recurrir a los complementos cuya elección debe ser meticulosa y estudiada. Así que, una vez elegidos el peinado, maquillaje,ramo y zapatos habrá que pasar a decidir cuáles serán esas piezas, sutiles y radiantes, que den el toque final al look de la futura esposa.

El objetivo es que cualquiera que sea la elección debe resultar chic y refinada, iluminar el rostro, delinear las facciones y  acompañar  el vestido sin eclipsarlo en ningún caso. Una vez más la premisa básica debe ser la de no exagerar. Por tanto no a los pendientes excesivamente vistosos o recargados que pueden parecer lámparas colgadas de sufridos lóbulos. Y no a collares complejos que crean una sensación de ahogo nada más verlos amarrados al cuello. En definitiva, es necesario abrirse al concepto de simplicidad y gusto para resaltar las virtudes de la novia con delicadeza y elegancia.

Para empezar, en lo que se refiere a anillos, la alianza debería ser el único complemento de las manos de la futura esposa para concederle el espacio y la  importancia que tiene. No deja de ser símbolo del amor y de la unión que existe entre los enamorados por lo que no debe confundirse con ninguna otra sortija el día en que, precisamente, se celebra ese estrecho vínculo. El resto de piezas pueden ser pulseras, collares, diademas, pendientes, decoraciones que se aplican sobre el cabello…etc siempre que reflejen la personalidad y gustos de la novia y se coordinen con  el estilo del vestido.

Se suele aconsejar, para cualquier caso, prescindir de pulseras, relojes, anillos de compromiso (aceptables solo después de la ceremonia) demasiado llamativos. Los conjuntos muy escotados, por ejemplo, combinan muy bien con collares importantes y únicamente un punto de luz en los pendientes (o viceversa: un punto de luz sobre el cuello y pendientes generosos coordinados con el peinado).  Los vestidos menos atrevidos, aciertan mejor con unas perlas o una gargantilla pero si son muy cerrados lo más aconsejable es que dejen el cuello desnudo y se centren en los pendientes cortos o de estilo botón. Los vestidos que, sin embargo, vienen recargados con perlas, piedras, encajes y demás, necesitan apostar más que ningún otro por la simplicidad e inclinarse únicamente por pequeños puntos de luz que iluminen las facciones.

Los peinados, por otro lado, también influyen en la elección de las joyas. Así los  recogidos permiten pendientes largos y sencillos o cortos de estilo clásico; los cabellos cortos van perfectamente con pendientes colgantes o pequeños puntos de luz; las melenas medias necesitan complementos más luminosos y los moños, que dejan el cuello en primer plano, pueden permitirse pendientes largos pero finos. Lo importante es mantener el equilibrio, es decir, para collares vistosos pendientes discretos y al revés.

Como ya sabemos, menos es siempre más, así que, sin traicionar los gustos y estilo de la novia, es necesario respetar en todo momento los requerimientos del propio vestido así como del estilismo elegido para que todo encaje a la perfección. La oferta en el mercado es tan amplia que no será difícil encontrar, dentro de esos límites, las joyas que logren completar el look y hagan  brillar a la novia como merece en un día tan especial.

 

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