ELEGIR SIN HERIR.

Una de las primeras tareas  (y más complicadas) al planificar una boda es la de elaborar la lista de invitados.
Decidir quién puede y quién no puede acudir al evento implica el despliegue de técnicas de negociación, de evaluación de compromisos (y grados) y de gestión de vínculos familiares. Porque, en la mayor parte de los casos todo el mundo quiere opinar.. Y, lo cierto es que tampoco está de más que expresen sus opiniones pero…¿quién tiene realmente la última palabra?


Cuando llega el momento de confeccionar la lista de asistentes, es importante tener en cuenta una serie de factores clave. En primer lugar, son los prometidos quienes deben hacerse escuchar ya que es su fiesta, su celebración, su boda. Y por tanto necesitan sentirse rodeados de la gente que quieren y han elegido. Por eso se recomienda que seleccionen primero a los VIPs y después pasen a la categoría de los «sería bonito» que estuvieran para  hacerles un sitio si al final queda más espacio libre del esperado.  No está de más, tampoco, contar con la opinión de los padres de ambos ya que es muy habitual que costeen parte de la boda y eso, en cierto modo, les concede el derecho de invitar a algunas amistades y compromisos.

En cuanto a otras sugerencias externas, aquellas que conviene tener presentes y no menospreciar son las de quienes están participando económicamente para financiar el evento nupcial (que no siempre son solo los progenitores de los novios). Puede que no sea lo más romántico del mundo pero si están emitiendo un cheque, deberían tener al menos la oportunidad de proponer algunos nombres. No significa que se les conceda la responsabilidad o derecho absolutos sobre el listado pero sí se les ofrece la ocasión de formar parte activa en su elaboración.

Por último, no se debe olvidar el presupuesto. El número de invitados, de hecho, tiene un gran impacto en el coste total de la boda. Si se recurre a un servicio de catering, por ejemplo, habrá que saber si cobran por plato o por grupo, si incluyen el alquiler de las sillas y cubertería en el precio o cuáles son exactamente los cargos que aplican y por qué. De esa forma, se podrá calcular cuánto se está pagando por persona invitada y se podrá decidir si se desea realizar algunos recortes para ampliar el espacio. La cifra que se determine finalmente será la que guíe toda la selección posterior.

En este sentido, no se recomienda hacer cálculos de cuántas personas pueden decir que no acudirán a la boda  y compensarlo con invitados extra porque, al final, puede que todos confirmen su asistencia y no se pueda dar cabida a todos ellos..No solo eso, sino que teniendo en cuenta que las invitaciones se envían unas 8 semanas antes del gran día, los del  segundo listado la recibirían sólo después de confirmar las bajas del primero, es decir, con muy escasa antelación respecto al día de la boda. Y tan poco margen de tiempo podría ser un claro indicativo de que se estaba en el grupo de reserva…

En definitiva, por  razones de economía, diplomacia y de practicidad, es  fundamental ser consistente y respetar los límites, aunque en ocasiones sea duro.  Hacer excepciones puede parecer, en principio, una buena solución pero solo complica las cosas. Resulta mucho más sencillo explicar por qué se ha realizado la elección de una cierta manera y herir algunos sentimientos que explicar por qué a algunos se les han aplicado unas reglas y a otros no…Y disgustar e incomodar a muchos.

Hay que ser consciente de que no todo el mundo comprenderá, aplaudirá o compartirá la forma de seleccionar a los invitados. Y conviene y se puede escuchar las sugerencias que los demás quieran ofrecer, pero la última palabra la tienen, realmente, quienes protagonizan el evento. Porque, al fin y al cabo, son ellos los que se casan…

 

Fuentes: brides.com/matrimonio.it/ nupciasmagazine.
Imagen: Pixabay